Lo nunca visto

Lo Nunca Visto, foto de Susana Martín.
Hace unos años José Troncoso estrenó “Las princesas del pacífico”, un retrato descarnado de dos princesas varadas en la mugre a las que se les regala un sueño efímero para volver a bajarlas, de un golpe seco, a su infierno cotidiano. La obra se convertiría en icono del Off madrileño, repuesto mil veces, que seguirá vigente muchos años más.
Yo esperaba que el trabajo de José Troncoso y sus ACTRICES –mayúsculas, sí- Belén Ponce de León y Alicia Rodríguez , que soportan el peso de esta función con sorna y corrosiva mala leche entre la pena y el humor y que estaban para comérselas por los pies, algún día pudiesen alojarse en un trasatlántico real como el teatro Español.
Y lo han hecho con su segurnda producción, “Lo Nunca Visto”, retratando la mediocridad consciente de tres mujeres en un último acto fallido de entrañable dignidad y arrojo. Una despedida a lo grande, con mucho método, sin ningún talento, de la memoria rota de tres niñas a las que el tiempo y la vida les ha pasado por encima como una apisonadora. Tres mujeres que se ríen de sí mismas con empeño, con esmero, mucho miedo y carcajadas de chirigota, con la dignidad de esas mujeres del mercado del barrio que, casi descalzas, habiéndolo perdido casi todo, niegan lo evidente en su lucha por mantener la imagen de lo que un efímero día quisieron ser.
A las inmensísimas Alicia Rodríguez y Belén Ponce de León se les une en esta ocasión Ana Turpin en un trabajo de composición de personaje a la altura de sus compañeras de reparto. Su Sofía es un baño de realidad en el sueño nostálgico de estas bailarinas rotas.

Lo Nunca Visto foto de Ignacio Ysasi
Como unas Zarandas amargas y negras estas divas que nunca lo fueron provocan carcajadas que se congelan como los gritos de la romería de San Isidro, de Goya: esas almas en pena cuya alegría se convierte en un rictus, en una mueca entre el esperpento y el dolor. Pero tranquilidad, ¡¡Aquí no se llora!! ( o casi)
Una vez más, como ocurre con el mejor teatro, estamos ante un trabajo de compañía-casi-familia, de esas que se lanzan a piscinas turbias en grupo para sacar oro y compartirlo con generosidad, gozándolo. Se nota el trabajo a conciencia, desde la caracterización grotesca y fascinante de estas criaturitas-personajas hasta la generosidad de su disponibilidad total al servicio del lenguaje de su autor y director. Sois el segundo placer inmenso de esta temporada que ha comenzado con buen pie. Larga vida a estas princesas mayúsculas.
La Verbena de la Paloma: 125 años viva ( ¡¡Y qué viva!! )
Del Teatro de La Zarzuela como teatro público me encanta su empeño en ofrecer espectáculos para todas las sensibilidades y hacer un esfuerzo por revitalizar el género.
Y su “proyecto Zarza” – hecho por intérpretes muy jóvenes para públicos muy jóvenes- es el modo más divertido y atractivo para acercar a estas nuevas generaciones el género más querido por sus bisabuelos. Si Guillem Clua ya adaptó una divertida versión de La Revoltosa, el ejercicio de Pablo Messiez para acercar lo mejor de La Verbena de la Paloma a nietos y bisnietos es un nuevo logro, brillante, poético, iconoclasta y rabiosamente divertido, sexy, atractivo.
Yo ya tengo unas décadas encima. Y aún a muchas personas de mi generación la zarzuela les resulta ajena, incluso los hay que la ven con cierta aversión ( ¿recuerdan aquellas versiones de televisión en que María Kosty, Alfonso del Real , Manuel Gallardo, Pedro Osinaga o Fedra Lorente, hacían zarzuela en terrible playback de las grandes voces..? )
A quienes nos resuena aún la Zarzuela para bien es a quienes nuestros abuelos – o nuestros padres, esto más raro – nos las reproducían en un viejo vinilo tesoro de familia, o mejor, nos las cantaban y nos explicaban lo que querían decir esas frases castizas ya entonces incomprensibles, porque eran de un pasado aún más remoto: “a mí con esas: Salesas” “No te pongas tantos moños, que a pesar de tu honradez a la calle de Quiñones te han llevao más de una vez”…
Mi abuela siempre me contaba que mi abuelo le cantaba el aria: “Madrileña castiza, luz de verbena, eres como un ramito de hierbabuena…” así que yo, que no conocí a mi abuelo, siempre lo asocié al Señor Joaquín que le tiraba los tejos a Ascensión, “La del manojo de rosas”.
Obviamente, si queremos que la Zarzuela no muera con nuestros nostálgicos y castigados cuerpos, habrá que hacer un esfuerzo generoso y admitir que no queda otra que acercarla a los jóvenes, servirla con renovado empeño como el musical lúdico, divertido, bello y sexy que fue en su tiempo. Cambiemos el contexto para que no cambie la esencia. Y pongamos el empeño en dar brillo a esas partituras, algunas bellísimas.
La Verbena de la Paloma es una zarzuela del género chico, un sainete costumbrista que se hacía eco de la actualidad del momento en que se escribió. Una crónica de sociedad difícil de entender hoy, afortunadamente.
La propuesta de Pablo Messiez para el Proyecto Zarza parte de un juego de “teatro dentro del teatro” genialmente lúcido, en que en un Madrid de calor afixiante un grupo de jóvenes movidos por la música maravillosa de Tomás Bretón y el deseo, hacen la obra. O más bien, la obra “se hace sola”.
Si cuando se estrenó La Verbena de la Paloma hace 125 años el libreto se hacía eco de los chascarrillos de la calle en aquel momento, de los impuestos, de los servicios públicos, de lo social, o de las modas nutricionales y farmacéuticas, la puesta al día de Pablo Messiez con estos jóvenes, fantásiticos intérpretes y cantantes y una orquesta de cámara delicadamente dirigida por Óliver Díaz, retrata en un segundo plano los chascarrillos de antaño y en otro principal la sensiblididad, la alegría, los deseos y el día a día de estos jóvenes del siglo XXI. Con poesía, mucho amor, mucho humor y mucho calor. ¡Que viva Nuestra Señora de la Soledad y las verbenas en su honor, que se hicieron para no estar solos! ¡Que viva el Proyecto Zarza y que viva Pablo Messiez!
Gracias por hacerme reir como un condenao, gozarla como un mocoso y volver a cantar las canciones de mis abuelos como si acabase de descubrirlas.
Catástrofe
«Catástrofe» no tiene trampa ni cartón porque ambas cosas las pone en evidencia: No esconde la teatralidad, juega con ella mostrando el artificio escénico nacido de un proceso de creación que parte de las pequeñas tragedias de cada uno de sus actores, de sus catástrofes -pasadas y por venir- atravesadas por la ficción que el autor pone negro sobre blanco para ellos.
Si el pasado es una mentira elaborada con la ayuda de esa pareja traidora que son el tiempo y la memoria ¿ por qué no poner en escena el andamiaje, los mecanismos de la autoficción y las trampas narrativas que nos puedan proporcionar un sinfín de salidas que lo rediman o nos reconcilien con él ?
¿ Por qué no permitirnos jugar con los sueños, con las pesadillas, con las posibles vidas descartadas, o los finales que deseamos? ¿Por qué no procurar a los personajes un agujero por el que escurrirse a otra ficción mejor ?
¿ Y si algunas catástrofes tan reales y determinantes como la caída de las Torres Gemelas parecían una ficción mientras las presenciábamos y supusieron una ruptura global, por qué no poner en ficción las catástrofes íntimas que suponen una ruptura personal, con el fin de crear teatro vivo… y vibrante ?
Cuatro personajes en busca de autor, Irene, Mikele, Ion y Jota, nos agarran por las tripas y nos meten de lleno en su juego de memoria personal y colectiva, en sus referencias biográficas, que tal vez hagamos nuestras, en sus miedos, que pueden ser los nuestros también, en su mundo imaginario, bien rico y puesto en escena por Íñigo Rodriguez Claro que dirige el artificio magnífico en una dirección precisa para llegar al caos más estimulante. Me parto el pecho con mil escenas y me arrasan otras, como el final, hasta el oscuro.
Antonio Rojano hace una dramaturgia brillante llena de escenas geniales, de capas infinitas, entre las que dejarse deslizar y gozar sin saber lo que nos deparará el siguiente giro.
Gracias por la risa; por dejarme entrar en vuestro juego desde el primer minuto; por hacerme querer acabar dando la mano a Mikele y hacer Chejov con Ion; por querer una nieta como Irene y un compañero de montaña para afrontar miedos como Jota… Gracias por hacer teatro VIVO.
CATÁSTROFE ( Sala Cuarta Pared )
Dirección: Iñigo Rodríguez-Claro
Dramaturgia: Antonio Rojano
Reparto: Ion Iraizoz, Mikele Urroz, Irene Ruiz, José Juan Rodríguez
Espacio sonoro: José Pablo Polo
Vestuario y espacio escénico: Paola de Diego
Diseño de iluminación: Pablo Seoane
Producción: La Caja Flotante
Audiovisual y diseño de cartel: La Dalia Negra
Ayudante de dirección: Carlos Pulpón y Javier L. Patiño
Comunicación: Cristina Anta
Coreografía: José Juan Rodríguez
La Zaranda vive
Particulares, geniales, únicos, singulares, reyes de su espacio de libertad, que no es otro que un escenario, La Zaranda celebra su 40 aniversario con «Ahora todo es noche», un mazazo de angustia vital, de pena negra, de risa nerviosa y culpable, de silencios, de reiteraciones, de entrega, de compleja sencillez; de público de respiración contenida y liberada en carcajadas como estertores.
La Zaranda retrata la dignidad, el pudor, la vergüenza y la genialidad de esos filósofos invisibles que lo han perdido todo, que han sido desheredados de la noche al día, que van a asumir la desesperanza en breve o que ya perdieron toda esperanza hace tiempo. Y nos recuerdan que cualquiera de los privilegiados que los contemplamos desde el patio de butacas estamos a un despido, a un contrato basura o a una nueva burbuja inmobiliaria de pasar al otro lado.
Los viejos filósofos alcoholizados de Noches de Bohemia, los recién llegados al infierno, y los que han intentado liberarse del dolor de la existencia pero no lo han conseguido por miedo a que el dolor no cesase del otro lado, recorren las cloacas de la ciudad, las aglomeraciones de viajeros ( donde están seguros porque las cámaras de seguridad no sienten su hedor) los cartones de la Gran Vía, los comedores sociales ( donde vuelven a ser niños ) o los basureros a rebosar de recuerdos que, abandonados, se convierten en olvidos… Y los habitan con la retranca y el humor negro que estos poetas de la mugre manejan como nadie. Y es que su guarida y su reino es el escenario; su fe la depositan en Shakespeare, en Calderón, en la magia de la escenografía ( poesía visual es hacer de tres carros, dos maletas y una camilla, toda una ciudad) en el lenguaje, en el gesto…
Y si Lear muere cada noche en el escenario, es que Lear vive eternamente. Y si Lear vive, estas viejas vagabundas de la escena que son La Zaranda y su poesía, también lo harán.
¡ Que lo hagan por muchos años y sigan despidiéndose a ritmo de bolero !
«Ahora Todo es Noche» de Eusebio Calonge
Teatro Español, Madrid, del 19 al 29 de abril de 2018
Paco de La Zaranda
Enrique Bustos
Francisco Sánchez
Iluminación: Eusebio Calonge
Espacio Escénico: Paco De La Zaranda
Regiduría: Eduardo Martínez
Una producción de LA ZARANDA – Teatro Inestable de Ninguna Parte en Coproducción con el Teatre Romea
Messiez en mayo
Mayo de 2014 es ya «Mes Messiez» en Lavapies. La Sala Mirador y Juan Diego Botto van a cumplir el deseo de muchos #tuiteatreros al programar, durante este mes, tres obras del genial dramaturgo y director Pablo Messiez: Los Ojos, Las Plantas y Muda.
Allá por 2011, el Teatro Español programó una «primavera Tolcachir» en Las Naves del Matadero. A la salida de una de las funciones, mientras todos alabábamos el trabajo de Tolcachir y el de la compañía de Timbre 4, que habían renovado nuestra pasión por el teatro, alguien advirtió que no debíamos perdernos el trabajo de otro porteño genial. Se refería a Pablo Messiez, del que había visto “Ahora” y “Muda” y a quien el resto deconocíamos.
Pocos meses después de esta conversación, Pablo Messiez estrenaba, en la sala pequeña del Fernán Gómez, “Los Ojos”, libérrimamente basada en la Marianela de Galdós. Fue mi estreno “Messiánico” y el de muchos : La obra me atrapó desde la primera escena: En total oscuridad entré en el mundo sensorial de Pablo, un ciego enamorado, para hora y cuarto después salir iluminado -y arrasado- por las historias de Nela y Natalia, por la poesía de un texto conmovedor, duro, sutil y terrible que sangra humor desesperado. Hubiese querido adoptar a Nelita y darle todos los niñitos ciegos que viniesen al mundo, pero también a Natalia, para que pudiese dejar de sentirse “extranjera mal”, sapo de otro pozo… y que así dejase de arruinarse la vida, la de su hija y la de los empleados de las compañías telefónicas.
Los Ojos habla del amor, del abandono, del desarraigo, de la añoranza, de la traición, de la pena negra. Pero también habla de fe y superstición, de esperanza, de resignación, de la lástima, de Chabuca Granda, de Roma, de Moscú…
Como Tolcachir o Miguel del Arco, Messiez es un dramaturgo-director de compañía estable, de familia teatral. Y eso es notorio en el resultado de sus trabajos. Así, en Los Ojos como en Muda, Marianela Pensado y Fernanda Orazi no parecen interpretar sus personajes, sino alumbrarlos frente al público y crecer con ellos, viviendo en su piel. La fascinación que produce el hecho de atrapar un instante de magia escénica, que es un bien escaso, está casi asegurado en cada función con estas dos soberbias mujeres, dirigidas por Pablo Messiez y magníficamente acompañadas por Oscar Velado y Violeta Pérez. El epílogo de Fernanda Orazi, bajo la luna del Pincio y ante un público hipnotizado, es de los que se atesoran para toda una vida: véanla en primera fila y lleven mechero: les consolará. En una de las 4 (ya 5) representaciones de Los Ojos a las que he asistido, un familiar de larga afición teatral me aseguró que no había visto sufrir a nadie con tanta verdad sobre un escenario, desde que viera a Maria Fernanda D’Ocón haciendo “Los árboles mueren de pie”. Para mi, Fernanda Orazi ya es esa referencia que tal vez vuelva a encontrar dentro de 30 años.
Los Ojos es un hito dificil de olvidar en la trayectoria de un amante del teatro, pero también son sobresalientes, maravillosas, las otras dos obras del ciclo:
Muda, anterior a Los Ojos, que solo tuve ocasión de ver una vez en El Sol De York ( sala a la que los #tuiteatreros estaremos eternamente agradecidos por haberla programado en 2013 ) y que repetiré para ver cómo escucha Marianela Pensado, siempre alerta, a sus eventuales vecinos. De nuevo la soledad, la necesidad de comunicación, el aislamiento elegido o impuesto y en este caso la hilaridad. Otra delicia de este genio que perfila sus personajes con trazos sublimes para que los espectadores acabemos de dibujarlos y descubrirlos a la perfección.
Las Plantas, presentada en el Fringe de 2012, es un fabuloso ejercicio de bravura en el que Estefanía de Los Santos -soberbia- desnuda su soledad mientras habla con sus plantas en busca de las razones por las que levantarse un día más, con la ayuda de Pulp, de Nina Simone, del helado de pistacho, y de los fluidos purificadores. La tercera delicia de un ciclo imprescindible
- Los Ojos , del 7 al 18 de mayo de 2014 jueves, viernes y sábados a las 20:00; domingos a las 19:30
- Las Plantas, domingo 11 de mayo de 2014 a las 17:00; domingos 18,25 de mayo y 1 de junio a las 13:30 ( añadidas 4 funciones en junio: el 7,8,14 y 15 )
- Muda, del 22 al 31 de mayo de 2014 jueves, viernes y sábados a las 20:00; domingos a las 19:30
Reserva de entradas: En la web de la Sala Mirador ; por teléfono en el 91 539 57 67 o a través de Atrápalo
Ahora Empiezan Las Vacaciones
En 1907 Strindberg abrió el “Intima Teater” de Estocolmo, para representar obras de cámara, cortas, sin pausas, en un escenario pequeño y despojado, dentro de una sala mínima que hiciese que el público quedase totalmente involucrado en lo que se estaba viviendo en la escena. Estrenó la experiencia con «El Pelícano«. Aparentemente nunca quedó satisfecho con el resultado.
Strindberg tendría que haber vivido cien años más, que no es nada, para comprobar que en el siglo XXI dos estupendos creadores ( Paco Bezerra, adaptando su texto y Luis Luque dirigiéndolo ) conseguirían esa comunión perfecta entre cuatro intérpretes y 25 espectadores dentro del salón con estufa de butano de una casa del viejo Madrid.
Paco Bezerra ha añadido textos impagables a esa obra seca, oscura, dura, fría, inclemente y enternecedora. En 2013 llenó cada día que se representó y en 2014 ha vuelto para seguir ahogando corazones en un juego perverso de poder, deseo, egoísmo, secretos revelados, indefensión aprendida y un acto de rebeldía sin retorno.
“Ahora Empiezan Las Vacaciones”, esta versión de “El Pelícano”, ya lleva algo más de un año en mi frágil memoria y espero que no huya jamás de ella. La ha modificado, eso sí: Ahora el “sueño imposible” cantado por Elvis en bucle contínuo me causa una infinita tristeza; los taquillones son lugares siniestros que esconden tesoros, hambre, mentira, crueldad e incomprensión; ahora soy consciente de que el paraíso más amargo puede residir en un simple puñado de bombones, que el destino de los que siempre tendrán hambre es Vanuatu y que la Nocilla es un arma de seducción y sometimiento incontestable.
Los viernes y sábados de septiembre de 2014 a las 20:00 y 22:00 en La Casa de La Portera un reparto excepcional, conmovedor hasta la lágrima, duro y cruel hasta el horror, seguirá compartiendo su salón con un público que seguramente quedará modificado y conmovido por lo que habrá vivido entre esas cuatro paredes.
Y es que Raquel Pérez está magistral, como Raúl Tejón, Juan Codina y Lola Casamayor. Un texto redondo, una dirección exquisita y unos intérpretes excepcionales ¿Alguien puede dar más?
P.S.: En una representación de la obra coincidí con Julieta Serrano, quien al salir, absolutamente encantada por lo que había visto, expresaba su deseo de verla en la sala pequeña del Teatro Español. Sería el lugar perfecto para darla a conocer a un público más amplio, sin perder el sentido de este montaje mínimo.